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Ya tengo un diagnóstico (¡por fin!) ¿Ahora qué?

Actualizado: 14 mar 2023


La pregunta acompañada de decenas de preguntas que vienen con ella.


1. ¿Debes dejar de trabajar? (si es que ya no estás con licencia o baja laboral).


2. ¿Por qué tú?


3. ¿Es tu culpa este diagnóstico?


4. ¿Cómo vas a generar ingresos de ahora en más, si ya no puedes desempeñar el trabajo que realizaste por años? Supones que es lo único que sabes hacer bien, de memoria, con los ojos cerrados, pero no con dolor, no con depresión, ni menos con desesperanza.


5. ¿Debes decirles a tus hijos?, sin son pequeños, ¿cómo se lo explicas?, ni tú entiendes bien tu enfermedad.


6. ¿Cómo hablarle de esto a los padres, hermanos y familia cercana?, sobre todo cuando llevas meses enferma y en todo este tiempo no te has sentido escuchada ni observada, más bien te has sentido la impostora del dolor y la fatiga, la excusa perfecta para cancelar reuniones, o para retirarte temprano de las celebraciones familiares.


7. ¿Ahora qué vas a hacer?


Tienes que empezar a vivir contigo y con tu diagnóstico, esto es vivir con el futuro

incierto -que por cierto siempre lo ha sido. Nuestro cerebro anticipador nos hace creer que tenemos el futuro más o menos asegurado. Por eso, cuando nos afrontamos a vivir los duelos de nuestras pérdidas es siempre doloroso; incierto, inesperado, cien baldes de agua fría…un meteorito inesquivable.


Antes de mi diagnóstico sabía que algo no andaba bien con mi cuerpo, y aún

cuando varios médicos confirmaron el dictamen de la primera médica a la cual acudí, no entendía, me sentía descolocada y mi esposo me aterrizaba diciendo en buen chileno “bueno, mala suerte te tocó el premiado”.


“Tienes Fibromialgia”

“No se sabe mucho de esta enfermedad, hay que tener PACIENCIA”

“Tienes fibromialgia severa con dolor crónico y muy probablemente tengas depresión”

“La fibromialgia es para toda la vida”


No puedo decir que se me detuvo el mundo, esa sensación muy usual para momentos de noticias desagradables; no obstante, sentí que tenía un mundo muy privado dentro de mí, el cual estaba siendo golpeado por un meteorito y se prendían todas las alarmas de emergencia, y por cierto de huida.


Había vivido tormentas implacables muchas veces en mi vida, pero siempre estaba esa frase trillada en mi cabeza “después de la tormenta siempre sale el sol”, y claro que salía, a veces muy tímido, otras ardiente, pasando súbitamente de negro a blanco, de oscuridad a luz, haciéndome sentir que valía la pena seguir viviendo mi vida.

Pues en ese momento era un meteorito que me desolaba, que me destruía, y yo no tenía ni fuerzas ni esperanza de reconstruirme.


Un tiempo después del diagnóstico, y en una época en la cual descubría nuevos síntomas y se sumaban más dolor físico y emocional, una linda mujer de mi vida me dijo:


“Doris, los médicos te dan el Diagnóstico, el Pronóstico lo das tu”


La frase le sonó bien a mi cerebro humano anticipador, aunque solo un par de años después de escucharla me hizo sentido, y fue así porque dos años después había podido reconstruir mi mundo golpeado.


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