Cuando comencé a ocuparme de mi cuidado, buscaba algo más que solo una vida decente; quería volver a pararme de frente ante las oportunidades y salir de mi encierro fibromiálgico. Fue entonces cuando empecé a buscar alivio en la alimentación. Había leído mucho en Google, en redes sociales, y un poco sobre la relación entre la microbiota y las emociones. Incluso una doctora me puso en una dieta estricta, asegurándome que perder peso aliviaría el dolor. Sin embargo, ella no era experta en nutrición, y mi carácter obsesivo por hacer las cosas al pie de la letra (así fui por muchos años) me llevó a llevar la baja de peso al extremo, desencadenando un trastorno alimenticio.
Hace poco, terminé un proceso de aprendizaje sobre alimentación intuitiva con una nutricionista mexicana, y eso me cambió varias perspectivas sobre la alimentación. Mi obsesión por seguir cada dieta de moda resultó en un rebote de peso, y ahora peso bastante más que antes de mi primera dieta. Hoy, estoy más consciente de cómo debe ser la relación con la comida: debe ser buena, no una de amor-odio como era la mía. Me encontré en un lugar donde no solo había ganado más kilos, sino que tampoco había logrado aliviar el dolor ni otros síntomas de la fibromialgia.
Decidí reenfocarme y definir bien mi estrategia para encontrar bienestar. Así surgió la idea de los 5 Pilares de Bienestar con Fibromialgia, y uno de ellos es la Higiene del Sueño. Empecé por ahí, porque no iba a conseguir reorganizar mi cuidado de manera definitiva si cada día me despertaba más cansada y adolorida que la noche anterior. Regular mi higiene del sueño me ha traído beneficios como tener sueño temprano por la noche, algo que deseaba desde hacía años. Casi había olvidado el placer de un buen bostezo o de tumbarme en la almohada y conciliar el sueño en pocos minutos. Ahora, la mayoría de las noches duermo de forma ininterrumpida y generalmente me levanto a las 6 am, una hora antes que el resto de mi familia. Esto me permite comenzar el día menos estresada, disfrutando de una ducha y preparando el almuerzo en silencio, escuchando mi música favorita y a mi ritmo. Es mi momento de paz.
Conozco a una mujer con fibromialgia que, debido al insomnio, comenzó a levantarse pasada las 5 am y a hacer yoga. Incorporar una actividad física a su vida le ayudó a regular su sueño, algo que me parece fundamental para nosotras, las fibromiálgicas. Dormir bien, entre 8 a 10 horas de forma ininterrumpida, puede ser el primer paso en el camino del bienestar. Es un camino aparentemente imposible, pero al despertar más descansadas, podemos recuperar energía y estar más alegres y dispuestas a seguir adelante. Si te interesa saber más sobre cómo regular la higiene del sueño, ¡estaré encantada de contártelo!
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